“Estamos ante la primera evidencia de que seleccionar un comportamiento en mamíferos -en este caso la predisposición de los rodeadores a dedicarse a correr voluntariamente en una rueda durante varias horas al día-, deriva en un cambio de tamaño en una estructura cerebral”, puntualiza Garland, que ha dado a conocer sus conclusiones en la revista The Journal of Experimental Biology.
En cuanto a las implicaciones para el ser humano, los autores argumentan que es posible que las diferencias individuales en la predisposición hacia el ejercicio puedan estar relacionadas con el tamaño del cerebro medio, e incluso que el volumen de esta zona pueda heredarse de padres a hijos, aunque habría que llevar a cabo estudios más específicos para poder extraer conclusiones.
Fuente : muyinteresante.es