La multinacional presidida por César Alierta ha servido tradicionalmente de refugio para figuras políticas en retirada. Si es habitual que cuando los políticos deciden abandonar la vida pública sean fichados por grandes empresas, Telefónica se caracteriza por ser una de las compañías más activas en este tipo de recolocaciones.
Los fichajes desde que Alierta tomó el bastón de mando de la operadora en el año 2000 han sido sonados, dado que la compañía no ha dudado a la hora de crear nuevos cargos para dar cabida a políticos de renombre. Entre los casos más conocidos se encuentra el de Eduardo Zaplana, contratado como “delegado para Europa” a cambio de un sueldo de 600.000 euros y para el consejo de dos filiales, Telefónica O2 Europe (antigua O2 británica) y Telefónica O2 República Checa.
Al fichaje del expresidente de la Generalitat Valenciana se suman el de Javier de Paz, exsecretario general de las Juventudes Socialistas y director general de Comercio; Narcís Serra, exvicepresidente del Gobierno de Felipe González, que obtuvo un cargo como vocal del consejo asesor en Cataluña y consejero de varias filiales; o los de los exjefes de la Casa del Rey Alberto Aza y José Fernando Almansa. También, aunque por breve tiempo, contó con los servicios del popularManuel Pizarro, expresidente de Endesa. Y en marzo del pasado año incorporó a sus filas a Paloma Villa, esposa del dirigente socialista Eduardo Madina.
Telefónica también creó ad hoc una delegación en EEUU para que la ocuparaAlfredo Timmerman, exjefe de Gabinete de José María Aznar. Asimismo, cuando la multinacional española abrió su delegación en Bruselas, nombró delegado a Carlos López Blanco, secretario de Estado de Comunicaciones con Aznar.
El último de los sonados fichajes de Telefónica fue el de Iñaki Urdangarín. La empresa renovó su contrato con el yerno del Rey imputado en el caso Nóos en julio, aunque finalmente dimitió como consejero de Telefónica Internacional a principios de noviembre.
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