La visibilidad es una premisa de negocio básica: si no nos ven, no nos compran, ni nos contratan, ni nos recomiendan. A la hora de emprender, los primeros que deben “ver” nuestro nuevo proyecto son nuestros contactos. Contratamos a aquel en quien confiamos, bien porque le conocemos, bien porque nos lo han recomendado. Por eso uno de nuestros principales retos como emprendedores es comunicar con quien ya nos conoce.
Puede que nuestra empresa sea una extensión de nuestro anterior empleo, o puede que hayamos dado un vuelco profesional radical. En ambos casos, es imprescindible que nuestros contactos estén informados de la nueva iniciativa. Si continuamos en el sector habitual, es positivo que sepan que cuentan con un nuevo proveedor a su disposición. Si cambiamos de sector, quizás no puedan contratarnos, pero sí podrán recomendarnos.
El plan de arranque de una empresa debería incluir, en el apartado de Comunicación, el compromiso de sus fundadores de comunicar la nueva iniciativa a diez personas cada uno. ¿Qué diez? Las diez que sean contactos en activo más afines a nuestra propuesta. Subrayo “en activo”: desempolvar viejas relaciones será tarea de la fase II.
¿Cómo comunicárselo? El formato será siempre el que nos permita una mayor cercanía con nuestro contacto. Si normalmente nos relacionamos por email, se lo contaremos por email. Si coincidimos a la hora del desayuno, aprovecharemos ese momento. Introduciremos la información en la conversación que ya mantenemos con nuestro interlocutor.
¿Qué le decimos? Le planteamos nuestra nueva propuesta empresarial y le pedimos permiso para irle informando de nuestros avances, de modo que periódicamente podamos mantenerle al corriente.
¿Cuál es la mejor estrategia? La estrategia infalible es pensar qué puedo hacer yo por mi contacto, cómo puedo ayudarle yo a él. Para que el networking funcione, el otro va siempre delante.
Cuanto más sólida sea nuestra red de contactos, más visible –y más viable- será nuestra propuesta.
Fuente : emprenderalia.com